Blog: Moralidad de cintura para arriba

Soy madre trabajadora y me siento culpable.

Creo que hay muchas formas de vivir y todas ellas son válidas. El problema es cuando uno siente que varias facetas de su vida son incompatibles y no puede prescindir de ninguna. Y eso les pasa a muchas madres trabajadoras.

Hablamos del techo de cristal de las mujeres, por el cual no llegamos a los consejos de administración, a la dirección de las empresas, a rectoras, catedráticas o científicas reconocidas. Cada vez las trabas legales son menores, las sociales siguen estando ahí, pero van disminuyendo. La sociedad patriarcal, en esta zona del mundo, va siendo más flexible. Pero parece que hay barreras que no superamos. ¿Pueden depender de nosotras mismas?

Desde la psicología, vemos los comportamientos individuales. De hombres y mujeres, de padres y madres. Y nos encontramos, a menudo, con madres que se sienten terriblemente culpables por estar trabajando en lugar de estar con sus hijos. Su única justificación, la única que parece calmar sus remordimientos, es que el dinero que ganan lo necesita su familia.

En algunos casos, son profesionales brillantes que ocupan puestos de responsabilidad; su trabajo les gusta y lo hace bien. Acuden a nuestras consultas porque viven un estrés brutal. Su puesto les requiere, a veces, trabajar por la tarde, o terminar un poco después de lo previsto y, estas mujeres lo viven con una angustia tremenda. En muchos casos se plantean pedir una reducción de jornada o demandar un puesto de menor responsabilidad. Saben que, si hacen eso, su carrera profesional se resentirá; tendrán un puesto menos interesante. Dudan, se torturan, sienten angustia. En otros casos, no pueden cambiar su horario de ninguna manera.

Por supuesto la conciliación de la vida familiar y laboral es importante pero… ¿Igual de importante para padres y madres? En la teoría sí, pero lo que vemos habitualmente no es eso. Acaban de ampliar el premiso de paternidad, eso está bien, estaremos atentos a saber cuántos hombres -que no sean funcionarios o empleados públicos – lo disfrutan.


Muchas madres están obsesionadas con que sus hijos les echan de menos; esas madres, se sienten tan culpables, que cuando están con sus hijos se sienten en la obligación de estar atendiéndolos permanentemente, jugando con ellos, ayudándoles.

No dedican nada de su tiempo a ellas mismas; tienen claro que el tiempo que les quitan a sus hijos, por el trabajo, lo tienen que compensar dedicándoles el resto.

Consecuencia: 

–   No disfrutan del trabajo, porque no están relajadas. 
–   Quieren hacerlo bien pero terminando lo antes posible, eso les estresa.
–  Cuando llegan a casa pretenden que todo sea perfecto para compensar.
–  Quieren eso que han oído llamar “tiempo de calidad”. La consecuencia es la frustración permanente, porque los niños tienen sus rabietas, sus cansancios, sus caprichos y “el tiempo de calidad” a veces es simplemente, tiempo normal.

Aunque los padres –hombres- tienen más claro, en la actualidad, que quieren estar con sus hijos; no sufren la culpa por no estar con ellos de la misma manera que las madres, no se obsesionan con que sus hijos les echan de menos y se permiten seguir teniendo hobbies y momentos para ellos mismos.

A las madres les preguntaría:
– ¿Quién decide cuántas horas deben pasar los hijos con sus madres?
– ¿Alguna madre, hace 40 años, jugaba con sus hijos?
– ¿Los niños saben que las madres tienen que estar con ellos desde las 3 en vez de las 7?
– ¿No somos nosotras mismas las que les trasmitimos la angustia de la separación?

No obstante, creo que si lo que te apetece es estar con tus hijos y te lo puedes permitir, permítetelo, trabaja menos o no trabajes. Y disfruta. Lo que no puedes, es machacarte dudando. Y si decides que tu trabajo es importante, disfrútalo también. Y piensa que a tus hijos probablemente les haces un favor. Serán más independientes, aprenderán a entretenerse solos, se relacionarán con más personas “cuidadoras”, seguramente, serán mentalmente más fuertes.

Hagas, lo que hagas: hazlo sin angustia. Lo peor que pueden ver tus hijos es tu angustia.

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