Tu no tienes la culpa de tener ansiedad, estar depresivo o tener obsesiones…
La salud mental es como el resto de la salud, algo que «te toca» con mayor o menor suerte.
Todos elogiamos a aquellos que tienen una estupenda salud mental, son fuertes, eso que ahora llamamos resilientes, y afrontan la adversidad con entereza.
Podemos justificar a los que pasan por una mal momento -muerte, pérdida de trabajo, separación, enfermedad, etc.- y su salud mental se resiente.
Pero ¡ay! de aquellos que sin ninguna justificación aparente están angustiados, ansiosos, tienen obsesiones o se deprimen. Los consideramos débiles, inútiles, cobardes, y, sobre todo, culpables de lo que les pasa.
La salud mental de una persona tiene que ver con múltiples factores (entre otros):
- Su herencia genética.
- Su aprendizaje. Que tiene lugar fundamentalmente en la infancia.
- Su entorno. Familia, amigos, barrio, cultura a la que pertenece.
- Sus hormonas. Y otros factores que tienen que ver con su cuerpo.
- Sus circunstancias -laborales, económicas, afectivas.
- Su inteligencia.
¿Y qué depende de nosotros?
- Tratar de cambiar las ideas que nos hacen daño.
- Enfrentarnos a miedos que nos limitan.
- Aprender a parar las obsesiones.
- Tratar de aprender a relajarnos.
- Buscar alicientes en la vida.
- Medicarnos si es preciso.
- Buscar ayuda.
- Contarlo y no avergonzarnos.