Blog: Moralidad de cintura para arriba

¿Qué nos puede enseñar, de nuestras relaciones, el confinamiento?

Muchas personas me preguntan si los pacientes han empeorado, psicológicamente, en estos tiempos tan difíciles… y contesto: depende.

Cada cual (me refiero a todo el mundo, no solo pacientes) lo lleva de una manera: bien, mal, regular… Y no es el miedo el factor relevante. Exceptuando sanitarios o trabajadores que viven situaciones de estrés por su implicación en la pandemia; exceptuando también personas claramente hipocondriacas; los demás vivimos esta pandemia en función de otros factores, y el principal son nuestras relaciones con los demás.

Algunas situaciones, en RELACIÓN CON LOS DEMÁS, EN LA PANDEMIA:

  • Los que están confinados en familia con pareja e hijos pequeños y están encantados, porque normalmente se ven menos, tienen que correr mucho, se separan todos los días de sus hijos sin ganas de separarse. Estos están viviendo “un momento dulce”. Por supuesto, los niños están felices, al igual que sus padres.
  • Los mayores que están confinados aislados, “por su propio bien”, y sufren por no poder ver a sus hijos, en muchos casos, a sus nietos. Muchos de ellos dedican su vida a ser cuidadores de sus nietos, así se sienten útiles y queridos; ahora sienten el vacío. Si están con la pareja, en muchas ocasiones, tienen una relación ya muy distante y se sienten un poco solos. Si están solos, el dolor es muy profundo. Solo las llamadas y videollamadas de sus hijos y nietos les consuelan.
  • Los adolescentes que están confinados en su habitación. En general, lo llevan bien. Están acostumbrados a las relaciones virtuales. Con su teléfono, ordenador o tablet se conectan a sus amigos durante todo el día. Salen de la habitación para las comidas. Si tienen suerte y tienen unos padres que lo entienden, están encantados.
  • Los tímidos. Buenos tiempos para los tímidos. Esos pacientes que venían a la consulta porque no sabían relacionarse con los demás… han dejado de tener problemas. Y están geniales porque ahora no tienen que hacer el esfuerzo, tienen la excusa perfecta. No echan de menos a los demás porque para ellos relacionarse supone siempre un esfuerzo y, ahora, no tienen que pasar esa prueba tan costosa.
  • Los que temen morir solos. Hay personas miedosas, cuyo mayor temor es enfermar y ser aislados. Saben que si van al hospital irán solos y sufren ansiedad por ello. Cualquier síntoma les hace ponerse muy nerviosos. Puede que sean algo hipocondriacos, pero no lo pasarían tan mal si supieran que podrán ir acompañados al hospital, compartiendo esos malos momentos con los familiares. En muchos casos, ocultan sus malestares a los que tienen a su alrededor por miedo a que “se los lleven”; se dan incluso ataques de pánico.

Tal vez todos podamos sacar nuestras propias conclusiones de lo que estamos viviendo, y, por supuesto, se pongan como se pongan los materialistas: los afectos mueven el mundo.

Tal vez podríamos descubrir que:

  • Muchas personas no viven como querrían, querrían dedicar más tiempo a estar con los suyos y, tal vez, se lo deberían permitir. ¿Hay que organizarse de otra manera? ¿Correr menos? ¿Estar más en casa? Igual hay que “producir” menos. Difícil sí, difícil cambiar, pero…
  • Los mayores… ¿dependen demasiado de sus hijos, de sus nietos? La estructura familiar que vivimos en España, más en Andalucía, hace que muchas personas a partir de los 50 o 60 años, o incluso antes, solo cuenten con la familia como sustento afectivo. Seguir teniendo amigos, redes de personas de sus mismas edades sería fundamental. Se puede tener 80 o 90 años y tener amigos. Dicho esto, ocuparnos de los mayores es también fundamental. Hay que promocionar a los mayores, que en nuestra sociedad están tan poco valorados.
  • Los tímidos podrían sacar muchas conclusiones. Si estando sin esa presión se sienten bien ¿Por qué no intentan presionarse menos? Siempre les digo que en realidad no quieren relacionarse, que solo quieren poder pensar que son aceptados. Si dejaran de presionarse tanto vivirían mejor. Con esto no quiero decir que se aíslen de por vida. Pero no hace falta triunfar socialmente, no hay que compararse con los demás. Hay que dejar de envidiar a los que consiguen ser líderes. Elijamos a las personas con las que podemos sentirnos más cómodos y tratemos de mostrarles nuestro interés, nuestro afecto. Mostremos afecto hacia algunas personas, poco a poco, y de verdad. Todos tenemos esa capacidad, no hay que ser los más graciosos, los más ingeniosos, siempre habrá alguien que necesite nuestra amistad.

Y no puedo dar un consejo fácil a los que temen morir solos, estas personas, probablemente, necesitan ayuda profesional, directa. Pero sí quiero decir que nuestra sociedad debería humanizar esta pandemia y tratar por todos los medios de que si una persona es ingresada por coronavirus pueda estar acompañada. Entiendo que, para que eso se pueda hacer con seguridad, hay que invertir mucho en protección. Hay que hacerlo.

Dejar de preocuparnos demasiado.

La mayoría de las personas que se preocupan demasiado desearían preocuparse menos. Pero, lo cierto es que, hay algunas …

Tu no tienes la culpa de tener ansiedad, estar depresivo o tener obsesiones…

La salud mental es como el resto de la salud, algo que «te toca» con mayor o menor suerte. Todos elogiamos a aquellos que …

¿Nos estamos volviendo una sociedad con déficit de atención, vamos hacia el TDAH global?

El déficit de atención, que tanto se diagnostica en niños, suele ir unido a la hiperactividad. El mecanismo es el siguiente: …