“¿Cómo vas a dejar ese trabajo, hoy en día?”
Veo a personas angustiadas porque no les gusta su trabajo, no les gusta el ambiente de su trabajo, no les interesa lo que hacen. Tienen sueños, aunque ni siquiera se plantean contemplarlos; han descubierto que les interesa algo a lo que ni se dedican ni piensan dedicarse.
Estar en el paro es una desgracia. Trabajar en algo que no te gusta también. Pero la sociedad se dedica a convencernos de que eso es una frivolidad, una especie de egoísmo, de inmadurez. Si tienes un trabajo ya es suficiente. Y no estoy hablando solo de sueldos bajos, horarios imposibles o jefes despóticos. Estoy hablando de dedicarte a algo que te guste, que te interese, al menos que te entretenga, que te haga sentir bien. Dedicamos muchas horas al trabajo, las personas que lo pasan mal en el trabajo suelen acabar teniendo muchos problemas: ansiedad, frustración, falta de autoestima…
Un paciente me cuenta la conversación que mantiene una y otra vez:
– “No me gusta mi trabajo, estoy pensando dejarlo”.
– “¿Cómo lo vas a dejar?” Hoy en día dejar un trabajo es una locura.
Evidentemente trabajamos porque necesitamos ganar dinero para mantenernos y, en muchas ocasiones, no tenemos alternativas. Pero no siempre es así. Hay personas jóvenes -o menos jóvenes- con muchas posibilidades, que podrían arriesgarse.
Nos han metido el miedo en el cuerpo. La maldita crisis nos ha convertido en cobardes. Y en una sociedad de cobardes todo es más difícil. Si tú no aceptas las condiciones “precarias”, las aceptará otro. Los empresarios explotadores están más felices que nunca.
Pero volvamos al punto de partida. Aunque el trabajo tenga un sueldo razonable y unas condiciones decentes, es posible que no nos guste. Y no es una locura dejarlo y buscar otra vía por la que ganarnos la vida.
Los mayores del lugar hemos conocido muchas épocas de paro en España, España es un país de paro. Probablemente por eso hay tanta afición a ser funcionario. Pero en otras épocas hubo una juventud idealista que se movía pensando en “vocación”, “libertad”, “riesgo”…Una juventud que vivió con menos miedo del que veo ahora por todas partes.
Aunque estemos en una situación “delicada”, uno no puede renunciar a intentar, al menos intentar, hacer lo que le gusta. Es posible que se lleve la sorpresa de lograrlo